La segona arribada d'una comunitat benedictina a Besalú (1908)




La segona arribada d’una comunitat benedictina a Besalú

El 27 de desembre de 1908, el Diario de Gerona de avisos y noticias, publica: “se han trasladado a su nueva residencia de Besalú los monjes benedictinos que se hallaban en Parramon (Vall de Ribes).
Qui eren, però, aquests monjos? 
Són els benedictins del monestir d’Encalcat, França que, a l’any 1903, foren expulsats del seu país en compliment de la “llei d’Associacions” aprovada dos anys abans. Aquesta comunitat es va establir a l’antic hostal de Parramon, prop de Ribes de Freser, un espai prou ampli però que es va mostrar poc idoni per la vida religiosa.
La recerca d’un lloc adient els va portar fins a Besalú, cridats pel mossèn i alguns prohoms de la vila entre els que hi havia la família Llaudes que, a més, els varen ajudar a fer tots els tràmits pertinents. (Tot i la protesta de l’Estat espanyol per “l’ocupació” de l’edifici que no tingué més recorregut que recordar qui era el propietari, sense posar-hi cap interès en voler-lo recuperar).
Les obres d’adequació del monestir van començar immediatament. El mur que tancava el claustre es va aixecar molt aviat, la casa de l’abat va trigar més, el suficient perquè el pare Maur de Sablayroles l’1 de setembre de 1913 digués: “Un d’aquests últims dies encara jo sentia als nostres obrer canta o xiular, mentre treballaven dins casa nostra, els Kyries de la edició, els uns després dels altres.”
El dia 7 de març, segons narra en el Diari de Girona el mestre de cant del Seminari Conciliar de Girona, el prevere Miquel Rué, tingué lloc la restauració canònica de l’abadia de Sant Pere i la presa de possessió oficial del mateix per la comunitat de pares benedictins del monestir d’Encalcat:
Antes de emprender la tarea de cronista de aquella simpática fiesta de toma de posesión, es necesario hacer constar que el padre abad Dom Romain, poseedor del decreto, que había recibido de Roma, por el que se le ponía en posesión canónica de san Pedro de Besalú, erigiéndolo de nuevo en abadía benedictina con todos los privilegios posibles y con la facultad de establecer en ella un noviciado de su Orden, había pasado a Gerona a ofrecer sus respetos a nuestro Iltre. Prelado, a darle gracias por la cariñosa acogida que se les dispensaba en nuestra diócesis y a rogarle se sirviera honrarles con la lectura oficial del decreto bien delegando, si bien le parecía, a persona idónea, que en su nombre lo hiciera.
Así fue en efecto. No pudiendo nuestro Sr. obispo de momento pasar personalmente a Besalú, prometió hacerlo más tarde. Entretanto delegó al mismo padre abad Dom Romain para que por sí mismo y en nombre del Prelado gerundense leyera dicho decreto de canónica rehabilitación de la antigua abadía.
Así, pues, el día 7 de mayo próximo pasado desde las 8 de la mañana se notaba en la abadía de San Pedro, que la afluencia de fieles llenaría bien pronto las naves espaciosas de dicha iglesia, adornada y engalanada de gran fiesta.
A las ocho y media en punto se abre la puerta lateral, que da frente a la habitación de los padres y empiezan a desfilar los 15 o 20 jóvenes aspirantes a novicios, vestido de hábito y sobrepelliz llevando en sus manos algunas insignias abaciales. Detrás de ellos siguen los 4 cantores de la Schola vestidos de alba y cíngulo, entre los que se cuenta al P. Mauro, director del canto gregoriano.
Sigue la venerable persona del padre abad Dom Romain, de distinguido y majestuoso porte, a quien acompañan el reverendo prior y la reverenda comunidad de padres profesos y juniores. Después de tomar agua bendita y bendecir con el hisopo a todos, continua su marcha la comitiva por la nave lateral al fondo de la iglesia para dirigirse, desde el cancel de la puerta de fachada, por el medio de la nave central y coro, al altar mayor, dando la bendición a derecha e izquierda a la apiñada multitud de fieles, que llenaban ya dicha iglesia.
Después de un rato de oración ante el Santísimo, pasa el padre abad a ocupar su trono, levantado a la izquierda del altar, y los padres a ocupar sus sillas correspondientes.
Cuatro de estas, quedaban vacías por la ausencia de algunos padres, que misionaban en Francia, fueron ofrecidas al cura-párroco de Besalú, al beneficiado guardián de San Pedro, al Sr. canónigo Ayarra, y al que esto suscribe, que le cupo la suerte de ocupar la del padre Güenolé al lado del padre ex-prior y decano Dom Lazare.
Aquel ambiente de placidez y la expectación de los fieles quedó pronto embalsamado y satisfecha al oír la voz vibrante y clara del reverendo padre abad, que entonaba el Deus in adjutorium meum intende de Tercia, contestado por un coro melodioso, compacto y homogéneo de todas las voces de aquella comunidad, que tan bien dice el canto gregoriano; porque hay que notar la cualidad que la distingue que es la de que dicho canto en nada ofusca la dicción de la palabra, sino que le da todo el interés que la misma requiere, presentándola como en esmalte, orlada de riquísima luz.
La antífona del primer tono Domine bonum est nos hic esse,  seguida del salmo con terminación g, hicieron las delicias de todos y las nuestras en particular, por senos dado juntar nuestra voces a las de aquellos monjes que tanta veces nos han honrado, admitiéndonos en sus cantos, como uno de los suyos.
Después de Tercia, revestido ya el padre abad de sus vestiduras sagradas con báculo y mitra, se dirige al pie del altar para empezar el tremendo sacrificio con toda la solemnidad y esplendor del rito monástico, que en todo se nos presenta grave, reposado, solemne y escrupuloso hasta en los mínimos detalles de su liturgia.
Entretanto preludia el padre Maur, director de la Schola, el Reminiscere del introito de la misa, que es proseguido por toda la comunidad, deslizándose suave, melodioso, bien matizado y ritmado, cual se hace en Solesmes, del que Besalú es un trasunto y copia fiel.
El Revendo padre Benoit, que antes había sigo organista de Lyon, era el que se cuidaba de armonizar el canto, cual el sabe , en un armonium suave y potente a la vez de Debain, en sustitución de un órgano. Al introito le siguió la misa nº 14 de Gradual solesmense, correspondiente a nuestro 17 de la Edición Vaticana, El canto de las Oraciones. Epístola y Evangelio del rito monástico se sucedió con tal fluidez, que los que estamos atentos a las apariciones de los esmaltes de los cursus musicales, encontrábamos nuestras delicias, no tan solo al escuchar los diseños melódicos de la flexas y metros, interrogantes y puntos, sino en la suavísima dicción del recitado litúrgico.
Hay que hacer especial mención del Gradual Tribulaciones  y del Tractus Confitemini no solo por la buena dicción del coro y solemnidad, que a su canto se da en el ritmo monástico de modo que el celebrante, y sus asistentes van a tomar asiento, por ocupar buen espacio de tiempo que lo hace necesario; sino por lo que se refiere al canto de los versos respectivos de Vide humilitatem mean y Guis loquetur, Beati y Memento,  dichos con todo el arte y perfección por los cuatro cantores de la Schola, alternando con el coro. Allí se pudo saborear lo más florido del género melismático, que a decir verdad, se nos escurrió el tiempo como si solo hubiese durado un instante, al escuchar dicho trozo litúrgico.
Los que hemos tenido la suerte de saborear el canto de los padres de Appuldurcombe, hoy trasladados a Quarr Abbey de la isla de Wigh, nos creíamos trasportados a la bella isla del sud de Inglaterra. Solo encontrábamos de menos en el fondo de armonía el timbre suave y pastoso, lleno de majestad del órgano, fabricado expresamente por Cavaille et coll de París, para acompañar el canto gregoriano de Solesmes, que en Besalú era sustituido por el armonium al fin. La bondad de ejecución nada dejó que desear, con todo, en Besalú.
Después del Evangelio, el padre abad. Desde lo alto de su trono dio lectura al documento, que era objeto de dicha fiesta, en su original latín y traducción catalana. Traducción que transcribimos seguros de que nos lo agradecerán nuestros lectores,

Dom Maure Mª Serafini
Abat General

De la congregació Cassinense de la primera observança del Ordre de S. Benet.
Al Rsim. P. D. Romà Banquet de la mateixa ordre y congregació, abat del monestir d’Encalcat de la diòcesis d’Albí, a França, salud.
Hem rebut carta del Ilm. I Revsim. Sr. Bisbe de Girona, a Espanya, fetxada al 17 de setembre d’aquest any, per la que dona el canònic assentiment a fi de que els religiosos del mentat monestir puguin aceptar y ficsar sa estancia en l’abadia de “Sant Pere de Besalú”, de la mateixa diòcesi de Girona.
Per tant, Nos, per l’autoritat que se’ns té donada per nostres constitucions, el convent del monestir d’Encalcat, que havent estat expulsat de França tenia sa estancia provisional al lloc de Perramon, que era menys apte per exercitar-hi la vida monàstica, el transferim a l’abans dita abadia de “Sant Pere de Besalú” i la constituïm aquí per romandre-hi amb estància ficsa i definitiva.
Declarem, doncs, al mateix temps convent així constituït en el nou monestir de tal manera que pugui fruir de tots els privilegis i drets, de que disfrutava en l’abadia d’Encalcat.
Per fi, utilitzant les espacials facultats, que a Nos són acordades per Rescripte de la Sagrada Congregació de Bisbes i Regulars, fetxat al dia 28 d’agost de 1903, igualment transferim i erigim canònicament en la sobre dita abadia de “Sant Pere de Besalú” el noviciat del monestir d’Encalcat, erigit al present en el lloc de Perramon, això des del dia que (s’observi) lo que de dret se requereix per dit noviciat.
En fe de totes les quals coses....
Dat en el Proto-cenobi Sublacence de Santa Escolàstica, dia 18 de novembre de 1908.
Signen Dom Maure M. Serafini, O.S.B., Abat General; Dom Lleó Allodi, O.S.B. , consultor cancelari; Miquel Rué Prevere.

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